Amigos de la Barca de Jábega

Celebración poética del solsticio de verano

Este año la asociación ha celebrado el solsticio de verano con una lectura de poemas de Emilio Prados realizada al pie del torreón de Punta Palomas.

Lectura poética en el torreón de Punta Palomas [La Araña, Málaga]

A partir de las 21:15 h, cuando el sol iniciaba su ocultamiento en el horizonte, un grupo de miembros de Amigos de la Barca de Jábega comenzó la lectura de diversos poemas de El misterio del aguacompuestos por Emilio Prados en 1927 durante el solsticio de verano de aquel año, introducido en el mar y desnudo.

A pesar de los 87 años transcurridos, la impresión del poeta no debió distar mucho de la experimentada por quienes siguiendo la propuesta de Francisco Chica, estudioso de Prados y miembro del Consejo Editorial de Cuadernos del Rebalaje, leyeron colectivamente los poemas escogidos por aquel desde la magnífica atalaya del torreón que permite contemplar el Peñón del Cuervo y la playa de La Araña, lugares tan queridos por el poeta y a los que parece referirse en sus versos. Como en las anteriores celebraciones del solsticio, el sol fue despedido con largos toques de caracola.

Para concluir, los presentes comentaron los poemas de Prados y brindaron por la nueva estación en el cercano bar de La Cooperativa de La Araña.

Como en años anteriores, estaba prevista la salida a la mar a bordo de la Rompeola patroneada por Isidro Calleja, presidente del CD Rebalaje. En esta ocasión, el poniente que soplaba con insistencia aconsejó suspender la breve navegación, por lo que tras agradecer a Isidro su ofrecimiento le invitamos a incorporarse a la lectura de poemas, al brindis y charla final, lo que realizó de muy buen grado.

El libro El misterio del agua fue editado por el CEDMA en 2005 y aquí se presentan los fragmentos a los que se dio lectura.

Toque de caracola, por Robert Hall [vídeo: MD]


EMILIO PRADOS  Y  EL MAR

Destino de sus excursiones diarias, las playas de El Palo constituyen el telón de fondo al que remiten muchos de los poemas que Prados escribe en su juventud. Buen nadador, y atento espectador de la actividad que desarrollaban los pescadores, el escritor entabla amistad con ellos, a la vez que convierte el lugar en el centro sus reflexiones poéticas.

Fruto de esta simbiosis es El Misterio del agua (1926-1927), el libro más logrado quizás de los que escribe en su primera etapa. La obra universaliza y eleva a categoría simbólica la vida cotidiana de la gente del mar, un mundo que conservaba las raíces de las viejas culturas  mediterráneas y en cuyo faenar de barcas y redes cree encontrar el origen o la matriz de todas las cosas. La imagen cósmica que traducen sus versos proviene –según confesión propia– de ese  ámbito, y en particular del observatorio permanente que supone para él el Peñón del Cuervo, enclave mágico en el que se generan las ideas sobre el espacio y el tiempo que configuran la obra. Entre la transparente pureza  de sus aguas, Prados recuperaba la visión de un universo íntegro y en plena actividad creadora.

Prados responde desde México a quienes le recordaban en la Málaga de final de los años 50: “Piénsame –escribe a uno de ellos- como cualquier reflejo mediterráneo: el salto de un pez, el salir de un remo, el hundirse lento de una red”. Alimento mismo de su poesía, ni el tiempo ni el destierro lograron borrar de su retina la fuerza primordial de estas imágenes.

Francisco Chica Hermoso
Mayo de 2007
Colaboración para www.elpalo.es (en proceso de actualización)